miércoles, 27 de abril de 2011

La hoja

    La madrugada parecía tan monótona como tantas otras, fría pero un poco mas fresca con el viento de pleno otoño. El panorama era tan común hasta el horizonte de la calle, con hojas secas, dispersas en la vereda. Todo era típico, excepto un árbol de roble ubicado en mitad de una calle solitaria, contaba con todas sus hojas intactas igualmente secas pero firmes. Pero escondía entre sus ramas una pequeña ilusa con una meta concisa, a pesar de ser joven tenía un sueño; cansada de ser como las demás quiso ser la primera en caer, y sentir la ventisca correr sobre su haz.
Cada vez que el roble se mecía, la hojuela se esmeraba en soltarse, sumisa con la mirada al suelo, intento tras intento parecía no avanzar en su objetivo.
-No lograrás nada, solo el tiempo es sabio- decía su senil vecina con una sonrisa irónica.
Haciendo caso omiso, no escuchó consejos, hasta que finalmente llegó la noche. Al otro día desafiando a su destino y en un último esfuerzo, uniendo la esperanza con el valor, logró soltarse. Cayó casi dormida en un frágil vuelo hacia el pavimento, danzando alegre su último momento de vida, entre el susurro de la brisa. Dando vueltas en el aire, liviana, dejó de lado a la gravedad, se sintió libre posándose suavemente en la calle y antes que los neumáticos de un automóvil la aplastaran, sonrió en la agonía de un crujido.

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