jueves, 15 de diciembre de 2011

Inocencia.

- Tengo doce años y, según mis padres, un futuro prometedor. Soy el arquitecto de mis propios sueños. Con un palacio con todo lo que siempre anhelé, paseo por la calle orgulloso de la mansión que he construido; tiene escaleras gigantes que parecen tocar el cielo, mil y una habitación que seguramente nunca ocuparé, un patio gigante adornado con arbustos de muchas formas y dimensiones, hermosas flores que rodean las paredes, pajaritos que hacen danzar el viento con sus suaves melodías, una fuente que lanza agua tan alto que la vista choca con el sol al mirar su punto mas alto. Poseo mi propia cancha de fútbol, una sala destinada a satisfacer todas las necesidades de juegos de consola. La paz y tranquilidad que mi corta vida precisaba. Podría estar describiendo un largo rato todo lo que la mansión posee, pero, ésta no estaba terminada.

   Bryan salió de entre las cajas, en busca de otro cartón, a la casa de su madre. Cuando volvió, colocó el cartón en el espacio faltante, llenando de vida ese ambiente de arboles dispersos y deshojados, charcos de agua y sirenas de carabineros insertas en la población José María Caro.

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