domingo, 30 de octubre de 2011

Un paso sobre el cielo

    Parejas caminando felices de la mano por la plaza prometiéndose amor eterno, niños paseando a su perro, algunos adultos trotando por la vereda de enfrente, niños mas grandes jugando fútbol con árboles improvisados de arcos, abuelitos charlando un sin fin de historias acerca del largo paso de sus vidas, y yo, aferrándome a la última rama firme, alcancé a trepar el tercer árbol de la tarde, sentando cómodamente y balanceando las piernas. Me sentía superior a mis ocho años viendo a todos desde arriba, analizando el entorno, con mi madre sentada en la banca de la plaza, junto a mi abuela preocupada de que no vaya a resbalar.
    Seguía observando minuciosamente mi alrededor. Así van pasando las horas. No quería seguir subiendo aun sabiendo que la copa se ubicaba mucho mas arriba, estaba conforme de quedar tranquilo y refugiado en este lugar
    Cuando de imprevisto un niña en bicicleta se detiene a mis pies, dirigió sus ojos hacia mi y me dice:
    -Oye tú, veo que eres bueno trepando
    -Si, ¿por qué?- Respondí con algo de intriga
    -Al otro lado de la calle está un sauce, que dicen nadie ha sido capaz de sobrepasar la quinta rama, ¿quieres acompañarme?
    La curiosidad fue mas grande y mientras mi madre estaba distraida bajé silencioso y raudo. La niña era mas grande que yo, aproximadamente diez años, por eso me inspiraba confianza, aun cuando me prohibían hablar con extraños.
    -Amapola, mucho gusto- me dijo con una sonrisa mientras caminabamos
    Llegamos al pie del tronco, un sauce aparentemente infranqueable y bastante alto. La niña maravillada por tan bello árbol, me dijo que lo intentara yo primero. Fijé los ojos en la meta y subí rama por rama, hasta que me percaté que la sexta rama estaba mas alejada de la quinta, dudé un momento y el miedo me consumió, en definitiva la leyenda era cierta, murmuré al bajar
    Tonterías- dijo Amapola, y sin inconvenientes trepó las tres primeras ramas, la edad le jugaba a favor, al llegar a la quinta me miró, saltó y agarró la sexta rama pero no por mucho tiempo. Cayó de una altura considerable, y se raspó las rodillas, afligida se tomaba la espalda con una mano y con la otra se sacudía la ropa. Mi cara de preocupación era evidente, pero a ella no parecía importarle. Se levantó y lo volvió a intentar. El turno del eslabón decisivo, y se veía muy lastimada pero sin preámbulos con mas ganas y determinación que la vez anterior saltó y se aferró a la sexta rama como si fuera un triunfo, siguió subiendo de la misma forma hasta llegar a la copa. Era un espectáculo.
    Me miró y gritó:
-Se nota que eres pequeño, la vida se disfruta mas cuando vives en el riesgo y sales victorioso, pero nunca vas a saber lo que es la victoria si no has caído. De los errores se aprende, y levantarse es una obligación, analizar e intentarlo de nuevo es un compromiso. Si en la vida no te has equivocado, nunca has vivido. Ahora sube
    Frunciendo el ceño, y con mi meta clara, empecé a escalar disfrutando cada rama, confiando en mi y en mis capacidades, solo mirando hacia arriba. No era necesario ver cuanto avancé, sino cuando me queda por avanzar. Llegué hasta Amapola contemplé el horizonte y en ese único momento sentí lo que era volar.
    El sol se torna anaranjado tiñendo las nubes a su paso, dejándole el escenario adornado con estrellas a la entrada triunfante de la luna, y junto a ello el grito de mi madre indicando que es hora de volver a casa. Miré a la niña sonriendo, me despedí y con un gesto de 'misión cumplida' bajé.
-Me tenías preocupada ¿que estuviste haciendo todo este rato?- gruñía mi madre
-Viviendo- le respondí tomado de su mano.- Viviendo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario